jueves, 5 de diciembre de 2013

EN LA GRANJA ¡HUAO!



Por: JOSÉ JULIÁN SIRPATICO

Eraba una vez, en los campos de los Andes. Allí el silencio emergía en las montañas, que coronaban el imponente altiplano donde se guardan los recuerdos del hombre andino. El viento hacia escuchar su fuerza, sss sss sss…

El gallo con su coro de madrugada, ¡quiquiriquí!, despertaba a los pobladores, el día empezaba bajo en reinado del sol… a lo lejos se oían los silbidos de los pájaros, ¡pío, pío, pío!; en son de réplica la gallina ha cloquear ¡cloc, cloc!, ¡cloc, cloc!, ¡cloc, cloc!; y el quejido mugido de la vaca ¡muuu, muuu!, ¡muuu, muuu!, llamando a su cría y esta, se incorpora al dialogo desde lejos ¡meee, meeee!, ¡meee, meee!

Desde los arbustos y muy cerca de la mansión, la perdiz espiaba con su ajeo inquieto ¡aj, aj, aj!, ¡aj, aj, aj!, ¡aj, aj, aj!; recogía con cuidado su grano para calmar su hambre; todos se encontraban a un latido de quejas...

La briza de la mañana refrescaba, el calor de la discusión de los animales que reclamaban la ausencia de los amos, el hambre era notable, nadie entendía la protesta de su misma especie… el cielo con su cúpula celestial acogía otra vez mas sin reclamos contemplando los campos áridos con hilillos de agua q reflejaban los pastizales de los pantanos…

Dentro del muro aburrido el perro, trataba de ocultar su enojo tras el maullido del gato ¡miau, miau!, y lo acechaba con su ladrido ¡guau, guau!, ¡guau, guau!, ¡guau, guau!; otra vez el gallo con su coro interrumpía el juego ¡quiquiriquí!, ¡quiquiriquí!; y todos molestos se callaron…


A unos pasos, se encontrá base el establo de los caballos y yeguas, ellos aburridos por los zumbidos de las abejas zzzzzzzzz, zzzzzzzzz… y las moscas rrrrrrrrrr, rrrrrrrrrr… agitaban sus colas, mostrando su disgusto; mientras las que tejían su red de ceda, en lo alto del muro, felices contemplaban a las bulliciosas, eran las arañas…

Los vecinos de los equinos, también se quejaban con su balido ¡beee!, ¡beee!, y otras ¡baaa!, ¡baaa!, ¡baaa!, y los demás del rincón, otra vez ¡beee!, ¡beee!, declaraban su copla de ovejas abandonas; a afueras del corral el trataba de clamar su hambre con mordiscar ñam, ñam, ñam, ñam, ñam, ñam… un viejo zapato secado por el astro rey, otra vez el gallo con su coro, interrumpía el diversión ¡quiquiriquí!, ¡quiquiriquí!; recordaba la hora del día…

En una parte de la azotea, el gato, trataba de dormir con su ronroneo rrr rrr rrr, rrr rrr rrr, rrr rrr rrr… y olvidar así el caos y la bulla de los demás, en las distancia de aquella mansión, el silencio se apoderaba entre las montañas, el viento reforzaba su fuerza, sss sss sss… algunas veces sacando silbidos a las pajas bravas y tolas…

A las orillas de los pantanales, las rana iniciaban su concierto ¡croac!, ¡croac!, ¡croac!, ¡croac!, ¡croac!, ¡croac!,… mientras los parpeos ¡cua, cua, cua!, ¡cua, cua, cua!, de los patos y de los cerdos con su gruñido ¡oenc, oenc!, ¡oenc, oenc!, ¡oenc, oenc!, y los golpes de agua de la escarcha ¡paf!; ¡zas!, ¡paf!; ¡zas!, ¡paf!; ¡zas!,… estorbaban el concierto de las ranas…

Nadie podía callar el caos y la bulla de la hacienda… porque cada especia decía lo que parecía bien y lo justo, nadie era líder, pero todos tenían hambre… 

De pronto, desde la puerta se escucha los repiques de la campana, ¡din don!, ¡dindon!; ¡din, don, dan!, ¡din, don, dan!, calmo la bulla y todos se quedaron ansiosos de saber de quién estaba en la puerta…

EL DIÁLOGO ABRE LAS PUERTAS DEL INTELECTO…


 

No hay comentarios:

Publicar un comentario