Por:
FAVELA LUCÍA BOTELLO TABORGA
Es
interesante ver el entusiasmo que tienen los estudiantes, especialmente los y
las jóvenes, por aprender nuevos idiomas
como ser: inglés, francés, alemán, portugués y otros; pero no hacen el menor
esfuerzo por corregir las deficiencias y procurar el uso adecuado de los
elementos de gramaticales de la lengua de origen: el castellano.
Esta
situación llama mi atención principalmente por la dejadez con la que se trata
al castellano. Vivimos en un país donde prevalece la lengua castellana o
español-; sin embargo es más atractivo utilizar en una conversación términos
extranjeros, de pronto nos hacen parecer más elegantes-?, más finos? o más
“nice”?. . . no sé, es posible que en un mundo globalizado y complejo, esto sea
mejor. Lo cierto es que nuestra lengua
no está siendo debidamente expresada en su propio territorio, digo esto, porque en América se conoce este
idioma desde 1.492, año en que Cristóbal Colón llega a estas tierras. Son más de cinco siglos que el
castellano es el lenguaje de expresión
más usado por los habitantes de este hermoso país y por ello es parte de
nuestra vida e historia.
Para
todo hay una explicación, he visto que esta dificultad se arrastra desde la
instrucción escolar, donde la asignatura de lenguaje tiene muy poca exigencia y
en consecuencia un bajo rendimiento que se observa en las faltas de ortografía,
desorden en la expresión de las ideas y el desconocimiento de las funciones
gramaticales de las palabras. A esto
contribuye de gran manera la influencia de los medios masivos de comunicación
que son avasalladores, lamentablemente no contribuyen al uso correcto del
lenguaje, sino más bien, al uso frecuente de vicios de dicción, tales como:
tautologías, solecismos, vulgarismos, modismos y anfibologías. Además, a esta realidad se añade el hecho de
que el hablar mal es aplaudido y aprobado por el grupo, este uso incorrecto del
lenguaje parece ser una moda o una tendencia de estos tiempos, donde todo es
permitido y celebrado para convivir en armonía.
Deseo
terminar esta crítica con una exhortación a los lectores de la revista:
escribir y hablar correctamente es un deber u obligación, no solo como usuarios de la lengua
castellana, sino como mujeres y hombres doctos (instruidos), me dirijo principalmente
a la comunidad universitaria, quienes en este proceso de formación profesional
deben ir perfeccionando nuestro idioma y
contribuir de alguna manera a eliminar esta tendencia de ordinario hablar y
escribir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario